La idea de la muerte nunca la percibimos como algo que nos afecte directamente. La comenzamos a notar cuando alguien cercano desaparece del planeta. Todos los días escuchamos de muertes, por innumerables circunstancias, pero pasan tan a menudo que a nadie le importa; sólo cuando muere un ser que de verdad nos importa, entendemos el dolor y el sufrimiento de todos los que pasan por pérdidas.
Las sensaciones son múltiples cuando nos damos cuenta de una nefasta noticia, esa noticia causa impacto, impresión, desasosiego, incomodidad y tristeza absoluta. Lo peor del mundo es cuando avisan de un deceso de un familiar, amigo o ser querido. El golpe emocional no sana en poco tiempo, la herida profunda permanece abierta por muchos años y para algunas personas nunca cerrará completamente.
Después de varios días uno relaciona todas las actividades cotidianas con esa persona; en reuniones familiares o algún evento social uno preguntará y tendrá en cuenta a esa persona, y el entorno de conocidos igualmente preguntarán involuntariamente por el individuo que ya no está, que nunca estará. Describir la desolación y la ausencia de alguien fallecido es algo muy difícil, sin duda la convivencia y las relaciones humanas refuerzan los vínculos afectivos; pero cuando se pierde para siempre por Infortunio un importante ser, todo se debe replantear para soportar la desgracia.
Las palabras que retumbaron la mente, encerradas y ocultas; todo experiencias vividas. Confrontar una experiencia futura: nadie por más precavido que sea está plenamente preparado para enterarse de un fallecimiento de alguien allegado, quizás lo único que podría tenerse en cuenta es haber vivido esa negativa situación en muchas ocasiones, o sea convivir con la muerte.
Como resolver ese momento: la cordura y la calma se esfuman, los ojos se nublan, la respiración se acorta, el corazón se acelera, y el cerebro entra en una confusión que ahoga cualquier idea clara. Es imposible prepararse: Dicen los abuelos que la parca está en tu sombra, o en la sombra de cualquiera, es algo natural, pero nadie por más demente que esté puede sentarse a esperar la muerte.
Ni los corazones más fuertes soportan una pérdida: los soldados más entrenados en situaciones extremas, que se preparan para guerras, donde ven sangre y muertos por doquier, saben que observar alguien cercano que queda inmóvil, con los ojos petrificados y un aliento que se pierde con el alma escurridiza. Quedan con secuelas de por vida, y para nadie es fácil ver morir a cualquier persona. De ahí que uno de los miedos es convivir con personas de avanzada edad, que en cualquier momento pueden perderse del mundo. Tan sólo pensar en encontrar a un familiar muerto es escalofriante, reitero, eso de verdad me causa estupor.
Significa vivir un verdadero caos, una pesadilla: ¿cuántas veces hemos soñado con amigos o familiares muertos? Sin duda muchas, y es terrible, son las peores pesadillas, pero que se alivian cuando despertamos; pero imaginen no despertar de la pesadilla? Y saber que en nuestra realidad el acontecimiento desgraciado es cierto y que debemos convivir con esa idea de la nada, que se relaciona con la muerte acontecimiento irreparable.
Se pierde la fe, por no encontrar una explicación: los creyentes confían, ¿pero Dios por qué tenía que morir? Merecía otra oportunidad. En la vida nunca hay justicia y menos la muerte; una ley bastarda que nunca acaba de convencerme, pero que con el paso de los años he ido entendiendo, pues claro, algún día tendremos que morirnos es lo lógico, gracias Adam y Eva por mostrarnos la realidad, el paraíso no existe, las acciones inexorables las afrontamos con valentía, ¿pero será qué la muerte también? Seguro que sí, pero pocos temerarios y los ancianos que en la vida están por encima del bien y del mal, ellos hablan con tanta jovialidad de la muerte que me sorprende, ojalá algún día tenga esa experiencia.
Muertos jóvenes con mucho para aportar a la sociedad: una muerte injusta: una tragedia, la muerte es la misma siempre, pero. No sé, cuando muere un joven que tiene mucho por conocer y dar a la sociedad, puede ser más lamentable que por ejemplo alguien con muchos años encima que ya ha cumplido su ciclo; los abuelos merecen el respeto, admiración, tributo y todo el cariño, pero siendo honesto muchos pese a tener vastos conocimientos, se muestran cansados y con múltiples enfermedades que los limitan enormemente para llevar una vida sana, además de convertirse en una carga para sus allegados, ellos saben que ya no están para vivir; sus dolencias y quejas lo confirma. En algún momento nuestros hijos y nietos sean los que nos cuiden en la senilidad. Mi abuela lo dice, y lo expresa con su mirada, ya no doy para más, uno trata de fortificar el ánimo, pero ella con sensatez lo reafirma.
Morimos, ¿y qué sigue luego?-¿Las almas dónde vagan? Ese será un próximo tema.
Tema bastante complicado. A veces imagino cosas estúpidas y es escalofriante cuando pienso en encontrar a un ser querido muerto, tal como lo usted dice. :S
ResponderEliminartotalmente de acuerdo, este tema es complicado de tocar, muy buen escrito.
ResponderEliminar