Los cambios sociales ocurren constantemente, y el fútbol no es la excepción, desde la década del 90, que es la que me tocó en cuanto a ir a estadio como todo buen aficionado en proceso, era de ver un fervor en el Palogrande, llegaban familias completas, padres, hijos, sobrinos, abuelos y allegados, era un tradición familiar que servía para recrear y ofrecer espectáculo.
Los viejos comentaristas y narradores deportivos animaban al público, conteos, coros de aliento y canciones sencillas que hacían vibrar a los espectadores; en esos días las barras bravas eran insipientes, en el plano local existía la famosa Danza del Gol, que la conformaban un puñado de fanáticos del Once Caldas que se ubicaban en el centro de la tribuna oriental general.
Ya avanzando al año 2000, los aficionados aún tenían la costumbre de asistir al estadio con ciertos artefactos indispensables para un partido, un radio transistor, una gorra para evitar el fuerte sol, una especie de cojín para no sentarse en las frías gradas de cemento que tenía el estadio por esos días, llevar el fiambre o el paquete de Chitos, además era costumbre comprar la revista Pelotazo.
En el año 2011 se realizó el mundial de fútbol categoría sub-20, y en esa oportunidad remodelaron el estadio Palogrande, una renovación llamativa, fue la adaptación de sillas plásticas, que dieron un bonito look al estadio, pero al mismo tiempo, todo quedó estrecho y angosto, además de otro problema como lo fue el costo que fue muy alto en comparación a las otras sedes donde se pagó menos por la silletería.
Ya llegando a esta época, el año 2014, donde algunas de esas costumbres se perdieron o se cambiaron, quedan sinsabores en cuanto a los aficionados de la actualidad, es notorio que las barras bravas como se les denomina en Sudamérica, han cambiado el panorama de los estadios y sus alrededores, como lo vivimos en muchas ocasiones, cuando estos personajes menores de edad en su mayoría, sólo asisten al estadio para atracar a la gente, son tantos los reportes, que han cogido una pésima fama, pero no es sólo en Manizales, son incontables estos casos de vandalismo provenientes de barras de equipos de fútbol en muchas partes del país.
Cuando asistía a la barra más grande del Once acá en la ciudad, veía un panorama sombrío relacionado con la juventud y los nuevos hinchas del blanco, jóvenes que llegaban drogados, sin tener ningún respeto por el equipo que siguen, porque nisiquiera están pendientes de lo que sucede en el terreno de juego, eso es lamentable cuando se ven los ¨hinchas¨ del presente y futuro, personas así no saben donde están paradas, y no pueden ser seguidoras de un equipo.
Es fácil encontrarse en el estadio muchos pelaos que se mantienen cerca de las taquillas, pidiendo monedas para entrar al estadio, en muchas ocasiones estos personajes no están en el epicentro deportivo para entrar, sino para hurtar, esto lo pude ver en una ocasión, el fútbol de ahora es así, muchos no se atreven a ir para no soportar inconvenientes de esta índole. Luego de pensar en las vidas de estos muchachos que se dedican a la mendicidad futbolera, se prevé un turbio futuro.
Otro de los temas se relaciona con la moda de ser barrista, he podido ver vecinos muy menores que entran a la barra, sólo para aparentar algo que no sienten ni saben, una pasión por el fútbol, estar en el estadio no es sólo ir a gritar, es tener el conocimiento de la historia del equipo, saber los datos, las novedades, un buen hincha hace eso, y obviamente, el buen hincha va al estadio a alentar con los 5 sentidos, no en las nubes.
Es claro aclarar que no todos los hinchas de Holocausto son delincuentes, sin duda hay muchos de sus integrantes trabajadores y nobles, que quieren y respetan al equipo, y saben todo tiempo de información relacionada con actualidad e historia del conjunto blanco, pero desafortunadamente por unos cuantos elementos nefastos de ese colectivo de fanáticos, se daña la imagen de la barra.
Esperemos que con la misma evolución social y también la evolución futbolera, se realice una autolimpieza de elementos negativos para el espectáculo del fútbol; bueno... espectáculo es un decir, porque en Colombia el fútbol es un negocio que ha dejado de brindar diversión para convertirse en un deporte conservador y previsible, pero ese tema será para otra publicación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario