Una ráfaga helada anunciaba la lluvia, pese al frío, Gary salía todas las mañanas para su entrenamiento, siempre iba usando sus desmantelados audífonos cableados, y escuchaba Crossroads de Rush que le generaba una dosis enorme de motivación antes del calentamiento. Gary no era el más robusto para su disciplina deportiva, pero compensaba cualquier desventaja física con su agilidad y poder intuitivo para anticiparse a las jugadas de sus rivales en la cancha de hielo.
Jacob, era su entrenador, una persona adusta que lo recibía diariamente con una cara de pocos amigos, ese era su sello distintivo con sus jóvenes atletas, siempre estaba imponiendo sus excesivos planteamientos a sus dirigidos, pero Gary esa mañana no estaba preparado para la agresividad de uno de sus compañeros; justo a pocos minutos de terminar la sesión de entrenamiento, uno de sus colegas comprimió con toda su fuerza, la pierna de Gary que se chocó con suma dureza en la barrera de contención que separaba la cancha de la tribuna.
Él intentó levantarse con toda su voluntad, pero todo fue en vano, sus compañeros los ayudaron a estar de pie y lo llevaron a un centro hospitalario aledaño. El médico que lo revisó vio un esguince que lo dejaría por fuera de las canchas durante varias semanas, la disyuntiva para Gary era el poco tiempo de recuperación porque su equipo estaba próximo a disputar los clasificatorios nacionales de hockey.
Gary había escuchado sobre un hombre que tenía herencia Innu, y que era muy buscado por algunos pobladores de la zona por ser un sabio con el uso de plantas curativas. Con toda la dificultad de su lesión y con un improvisado bastón fue hasta el centro de su pueblo, cuando pudo ver una pequeña caseta con un hombre muy entrado en años, pudo reconocer al sabio que muchos mencionaban; al momento de hablarle notó su semblante calmado.
Cuando explicó su lesión al sabio, vio que se mostró sin perturbaciones, luego de darle la espalda y buscar en unos cajones sucios unas plantas, le pasó un manojo con unas hojas simétricas de color rojizo, y le recomendó hacer un breve ritual con dichas plantas, Gary intentó pagar, pero el hombre cargado de arrugas no quiso recibir el dinero.
Cuando el joven llegó a su casa, vio que las hojas tenían un parecido con plantas que alguna vez había visto de niño, pero en esta ocasión no eran de color verde, sino de un color rojo, así que se dispuso a remojarlas en agua caliente, debía hacer una infusión y remojar su pierna afectada. Las hojas de arce otorgaron un alivio asombroso, Gary inmediatamente recordó al nativo Innu y su conocimiento ancestral de las plantas que germinaban en las montañas canadienses, él al ver todas las bondades naturales locales, hizo que considerara usar su energía en aprender y cuidar su asentamiento para que otras personas conocieran y ayudaran a reservar su territorio.
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